El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) es un trastorno que afecta a un número cada vez mayor de niños y adultos. El aumento de casos ha sido tan pronunciado que han saltado las alarmas sobre si existe un sobrediagnóstico o incluso sobre si existe el TDAH o es un invento de las farmacéuticas y de la psiquiatría actual.

Algunos datos sobre TDAH

Los primeros intentos por explicar el TDAH sucedieron en 1935. En los años sesenta apareció el psiquiatra Leon Eisenberg y “descubrió” el TDAH. En 1968 se incluyó por fin (aunque con el nombre de reacción hipercinética de la infancia) en el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM).

El principal logro de Eisenberg y sus colaboradores fue conseguir que la gente creyera que el TDAH tiene causas genéticas, que es una enfermedad con la que se nace. A sus 87 años, 7 meses antes de morir, el famoso psiquiatra afirmó que “el TDAH es un ejemplo de enfermedad ficticia“ y que “la idea de que un niño tenga TDAH desde el nacimiento está sobrevalorada“. Sin embargo, al conseguir que la organicidad calara en la población proporcionó a los padres del mundo un tranquilizante maravilloso: el sentimiento de culpa y responsabilidad desaparecía.

Como mi hijo nació así ya puedo estar tranquilo. Mi hijo tiene un problema orgánico que debe tratar un médico con pastillas.

De este modo el tratamiento por medicación es menos cuestionable.

Eisenberg añadió a su reflexión que lo que debería hacer un psiquiatra infantil es tratar de determinar las razones psicosociales que pueden producir problemas de conducta.

Ver si hay problemas en la escuela, si acaba de llegar un nuevo hermanito, si los padres están separados, si al niño le cuestan los cambios, etc. Pero todo eso supone un tiempo y “prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más rápido“

Y yo añado: Es mucho más fructífero para el negocio de la psiquiaría y farmacología.

En EE.UU. el número de niños diagnósticados ha aumentado un 22% en 4 años. Eso significa que uno de cada diez niños está diagnosticado de TDAH.

A pesar de lo alarmante del dato, aún hay fieles defensores de la teoría de que el aumento se debe a que por fin se está diagnósticando a todos esos niños que antes sufrían fracaso escolar sin haber sido evaluados.

Ahora bien, ese 10% de los niños equivale a 5,4 millones de niños entre 4 y 17 años. Y eso solo en EE.UU. Es una cifra suficientemente alarmante para un trastorno de diagnóstico incierto.

Esta cifra debe ser contrastada con otra para poder entenderla mejor: en 1993 se vendieron en Alemania 34 kg de metilfenidato*. En el año 2011 se vendieron 1.760kg.

*El metilfenidato, también abreviado como MFD, es un medicamento psicoestimulante aprobado para el tratamiento de trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

No son pocos los que opinan que a la psiquiatría hace ya tiempo que se le ve el plumero. El último DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de trastornos mentales publicado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, la biblia de los psiquiatras para diagnosticar) ha terminado de indignar al incluir las rabietas como característica princial de un diagnóstico infantil.

“El Trastorno de Estado de Ánimo Disruptivo y No Regulado, que caracteriza a los niños “con irritabilidad persistente y frecuentes episodios de descontrol de conducta (rabietas), tres o más veces a la semana durante más de un año”.

¿El TDAH es cierto?

La pregunta ha traído infinitos debates y enfrentamientos. Las asociaciones de TDAH responden en seguida cuando se pone en duda su razón de ser. Médicos, psiquiatras, educadores y padres convencidos no se permiten dudar de su existencia. Entre los psicólogos hay división de opiniones.

Ojalá tuviera una respuesta documentada y con base científica a esa pregunta, sin embargo no la tengo, porque hoy por hoy es casi imposible demostrar que el TDAH es una enfermedad, así como demostrar que no lo es. La respuesta definitiva aún no existe.

A pesar de que las últimas reflexiones sobre el TDAH de Leon Eisenberg que trascendieron fueron demoledoras, mucho se ha sacado de contexto al respecto ya que el psiquiatra hizo hincapié en el sobrediagnóstico y en la organicidad no demostrada.

Queda, por lo tanto, aclarar dos puntos clave sobre el que se apoya el debate del TDAH:

  • Es un diagnóstico que carece de entidad clínica. No se establece sobre criterios objetivos que permitan diferenciar el comportamiento normal del patológico sino que se basa en observaciones subjetivas, generalmente de los padres.
    No existen pruebas clínicas, ni neurofisiológicas (EEG, ERP), ni de neuroimagen (TC, TM, PET, etc) que de forma específica sirvan para el diagnóstico. No hay ningún biomarcador que distinga a los niños con TDAH. No existe ninguna alteración en el cerebro.
  • En ningún caso se niega que estas personas puedan tener problemas diversos (de conducta, de concentración, para mantener un trabajo o seguir el hilo de conversaciones) pero han proliferado los centros donde, por un módico precio, te diagnostican el TDAH que nadie ha sabido nunca ver en ti, a partir de técnicas de neuroimagen.

Por lo tanto, DIFUNDAMOS la información y pongamos la psicología al alcance de todos.

Todos necesitamos respuestas a muchas de nuestras preguntas pero rara vez el camino rápido es la solución (un PET para el diagnóstico o una pastilla para el problema). Tratemos de buscar alguien que nos ayude a pensar en lo que nos pasa, no a darnos una salida directa sin explorar los motivos de nuestro malestar.

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