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«Ella siempre lleva la iniciativa y a mí no me apetece. He perdido el deseo.»
«Me duele cuando intenta penetrarme y no puedo relajarme cuando estamos en un momento íntimo.»
«Tengo eyaculación precoz. Acabo casi nada más empezar y mi pareja me dice que no consigue llegar al orgasmo.»
«Cuando hablo con mis amigas dudo de si alguna vez he llegado al orgasmo.»
«Tengo miedo y vergüenza de acostarme con alguien y bloquearme tanto que sea un desastre.»

¿Qué es un trastorno sexual?

Llamamos disfunción o trastorno sexual a la dificultad que surge durante cualquier etapa del acto sexual (deseo, excitación, orgasmo y resolución) que impide a la persona o a la pareja el disfrutar de forma satisfactoria de su vida sexual.

Las disfunciones pueden aparecer en cualquier etapa de la vida, algunas al comienzo de la vida sexual y otras más adelante. Pueden desarrollarse de forma paulatina o aparecer súbitamente, pudiendo llegar a incapacitar total o parcialmente al individuo en alguna de las fases de la relación sexual.

¿Qué tipos de problemas sexuales hay?

  • Disfunciones sexuales: los problemas más frecuentes en la mujer son: la anorgasmia (dificultad para alcanzar al orgasmo) y la dispaurenia o vaginismo (dolor o contracción involuntaria de los músculos de la vagina durante la penetración). Por otro lado, los hombres que acuden a consulta suelen presentar problemas de erección y de eyaculación precoz. En ambos puede aparecer aversión o rechazo, adicción al sexo y falta o disminución del deseo sexual.
  • Parafilias: se trata de una activación sexual ante objetos o situaciones que culturalmente no son considerados como erógenos y que afecta la capacidad de la persona para establecer una relación de pareja satisfactoria, tanto desde el punto de vista afectivo como sexual. Existen numerosas parafilias pero las más comunes son el fetichismo, el exhibicionismo y el sadomasoquismo.

Causas de los problemas sexuales

Existen factores predisponentes (de riesgo) como una educación represora, malas relaciones familiares, información sexual inadecuada, primeras experiencias sexuales traumáticas, inseguridad en la adolescencia sobre el propio desempeño sexual, entre otras.

Hay que tener en cuenta los factores precipitantes (desencadenantes) como el nacimiento de un hijo, infidelidad, expectativas no razonables con respecto a la pareja y el sexo, edad, situaciones estresantes no sexuales, disfunción sexual en el otro miembro de la pareja, algún fracaso puntual previo o la alteración general en la relación de pareja.

Es muy importante identificar los factores mantenedores como ansiedad por el rendimiento sexual, anticipación de fracaso, falta de atracción por la pareja, comunicación pobre con el partenair, conflictos o rechazo hacia el compañero, miedos y temores a la intimidad, una autoimagen distorsionada, información sexual inadecuada o desfasada, la creencia y el sostenimiento de algunos mitos sexuales, limitaciones en los juegos eróticos, algún trastorno psiquiátrico, entre otros.

Consecuencias de los problemas sexuales

Los problemas sexuales afectan a la capacidad de la persona para disfrutar de una relación sexual plena, ya sea de forma individual o en pareja.

Pero sus consecuencias no acaban ahí ya que pueden derivar en importantes problemas emocionales como trastornos del estado de ánimo (ansiedad y depresión), problemas de percepción y rechazo de la imagen corporal; puede verse dañada la autoestima, las habilidades sociales y de comunicación, además de una miedo intenso o evitación masiva de situaciones que impliquen un acercamiento afectivo hacia otra persona.

A nivel individual o de pareja es importante contar con la ayuda y la información adecuadas. Tener una vida sexual satisfactoria mejora el ánimo, reduce el estrés, aumenta la autoestima… ¡no renuncies a ello!

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