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La hipocondría es la preocupación excesiva por la propia salud. Típicamente el paciente hipocondriaco se presenta aquejado de síntomas físicos desproporcionados y variables y se muestra más preocupado por su significado y origen que por el dolor que le causan dichos síntomas.

Indica en todos los casos un gran temor a la enfermedad y una preocupación acentuada por el cuerpo y sus funciones vitales y fisiológicas, y en algunos casos, una auténtica convicción de estar ya enfermo y cerca de la muerte.

En los más graves, presenta temores por una posible confusión en los resultados de los análisis clínicos, errores de diagnóstico, incompetencia médica u ocultación, por el especialista o la familia, de datos relevantes.

Desde la psicología existen diferentes teorías para explicar este trastorno de ansiedad. Estas son algunas de las posibles causas de la hipocondría:

Como una expresión en el cuerpo de un problema emocional

Se suele decir que el hipocondriaco habla a través del cuerpo en vez de usar palabras.

La enfermedad le ha permitido quejarse, mientras era incapaz de quejarse del problema originario (normalmente una historia de vida difícil de integrar).

Las personas hipocondriacas tienen mucha rabia y agresividad que no expresan hacia fuera, sino que la inhiben por miedo a que les rechacen o abandonen.

Hay personas que huyen de los conflictos, que nunca le dicen a su pareja, amiga o madre lo que les ha molestado porque sienten que eso puede acabar en una pérdida de esa relación; por lo que los psicólogos decimos que la actitud hipocondriaca es    «la transformación del reproche dirigido a los demás en quejas o dolores propios».

Por tanto, en general, las personas con miedo constante a enfermar son personas con gran necesidad de dependencia (atención, cariño o mimos) ya que se sienten constantemente solos y poco cuidados.

Ya no me quieres, quiere a mi cuerpo

Las personas que sufren hipocondría no suelen acudir al psicólogo; han tenido que pasar por años de pruebas médicas para aceptar que su problemática está relacionado con algo emocional más que físico.

La confrontación con la idea de una vida personal insatisfactoria o de uno mismo como incompetente o fracasado es más dura de aceptar que la posibilidad de tener alguna enfermedad.

Otra característica de las personas con este trastorno de ansiedad está relacionada con la inadecuada descarga de la libido; ¿a qué nos referimos con esto? En general, las personas hipocondriacas disfrutan poco de la vida, tienen pocas relaciones personales satisfactorias, no suelen mantener relaciones sexuales y mantienen pocas actividades de ocio.

El hipocondriaco está centrado totalmente en sus dolores, apartado del mundo y con poco espacio para el hedonismo.

En realidad, la hipocondría es casi la solución perfecta: al estar enfermo, el individuo vulnerable obtiene simultáneamente la protección y la atención reclamada, tiene una excusa para la dependencia excesiva, ata a él a su protector (¿Quién podría abandonar a alguien tan enfermo?).

Como una alteración perceptiva y de la atención

Otras de las posibles teorías que explican el miedo constante a enfermar tiene que ver con que las personas que sufren hipocondría experimentan sensaciones subjetivas más intensa que otras personas de lo que les pasa en el cuerpo.

Puede deberse a mayor sensibilidad a los estímulos internos, genéticamente determinada, o bien a alguna alteración atencional o un sesgo en la interpretación de las distintas sensaciones y su significado.

La hipótesis de la alexitimia o ‘carencia de palabras para el afecto’ es muy potente en el estudio de la hipocondría. La pobreza o dificultad en encontrar palabras que describan lo que uno siente, hace que se use el cuerpo como modo de expresión.

A la persona hipocondriaca le cuesta mucho experimentar cualquier tipo de sentimiento (rabia, tristeza, alegría, ilusión)

La carencia de palabras puede ser una resistencia a abordar problemas psicológicos.
Además, las personas con dolor crónico o miedo a enfermar tienen el foco de la atención centrado constantemente en el cuerpo y no tanto en el exterior, lo que conlleva una amplificación del malestar.

Amplificación supone centrarse en los síntomas, reaccionar a ellos con intensa alarma y preocupación, codificando las sensaciones físicas como signos certeros de una enfermedad inminente.

Los hipocondriacos tienen un estilo amplificador de sensaciones corporales, es decir, un umbral más bajo para el dolor, tolerando peor cualquier sensación física.

Los hipocondriacos, por razones relacionadas con su historia pasada, han ido generando un conjunto de ideas persistentes, muchas veces erróneas y en todo caso problemáticas y poco funcionales, sobre la salud y la enfermedad. Estas ‘teorías’ o esquemas previos tienen el efecto de dirigir la atención hacia aspectos corporales que pueden considerarse anómalos o peligrosos y hacen mas probable que el hipocondriaco atribuya a enfermedad lo que otros atribuimos a factores benignos y pasajeros (por ejemplo, haber comido mucho o poco, estar nervioso, haber hecho demasiado esfuerzo, no haber dormido bien, o tener un problema físico menor).

En definitiva, habría un problema de interpretación: tendencia a hacer atribuciones erróneamente catastróficas sobre el significado y las consecuencias de las diversas sensaciones corporales. Por ejemplo, un pinchazo en el brazo es el comienzo de un ataque al corazón, un lunar o mancha en la piel que no habían visto antes es un cáncer de piel, etc.

Como una conducta social aprendida

El estar enfermo no solo es una condición física sino que supone también adoptar un rol específico que, para ser legítimo, ha de estar validado por un médico. Por eso, la relación de los hipocondriacos con los médicos es a menudo tan difícil, ya que estos, al no refrendar con su diagnóstico la ‘veracidad’ de las quejas, invalidan unos comportamientos que aquellos reivindican como justificados.

De ahí también que se molesten cuando se les informa de que su salud no presenta peligro, y que cambien tan frecuentemente de unos a otros especialistas, exhibiendo lo que se llama Doctor Shopping.

Los estudios demuestran que niños que posteriormente generaron hipocondría habían tenido experiencias de observación de padres hipocondriacos. Es posible que el haber estado observando a personas relevantes mostrando tales conductas haya ido conformando en el observador una sensibilidad especial ante las connotaciones emocionales de las enfermedades o ante posibles errores médicos:   «no me puedo fiar de este médico» «Repítame la prueba porque seguro que no es válida».

La sustitución de la expresión directa por el lenguaje corporal permite expresar muchas cosas a la vez siendo el paciente solo responsable de una: «No me siento bien» o «estoy enfermo»; pero en realidad usar el cuerpo como evidencia de malestar es una forma de encubrir «Necesito que me cuides» «No te vayas».

Por supuesto, y es importante aclarar, las personas que padecen hipocondría tienen un gran sufrimiento y en ningún momento es un síntoma fácil de modificar. Muchos profesionales médicos quitan importancia a algunas enfermedades diciendo a quienes lo sufren «lo tuyo es psicológico».

Como decimos los psicólogos, las mayoría de problemas emocionales o conductuales esconden un mensaje a descifrar; los síntomas simbolizan algo que la persona quiere expresar y no sabe cómo.

Por ello la terapia no consiste como objetivo principal en eliminar el síntoma, sino en entenderlo, y será a la larga la única manera de que desaparezca el sufrimiento.

Si estás leyendo este post y sufres este trastorno de ansiedad confía en que puedes mejorar y tener una vida menos dolorosa. No dudes en consultar a profesionales expertos e infórmate de cuando acudir a un psicólogo en Madrid.

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