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¿Qué es la autoestima?


La autoestima es la manera en que nos juzgamos y evaluamos. Dicho de otra forma, la autoestima tiene que ver con las creencias y sentimientos que tenemos acerca de nosotros mismos.

Recoge todo el conjunto de valoraciones y pensamientos que tenemos sobre nosotros, y que hemos ido adquiriendo a partir de nuestras experiencias.
Nos sentimos listos o tontos, capaces o incapaces, nos gustamos o no. Esta autovaloración es muy importante, dado que de ella dependen en gran parte la realización de nuestro potencial personal y nuestros logros en la vida. De este modo, las personas que se sienten bien consigo mismas, que tienen una buena autoestima, son capaces de enfrentarse y resolver los retos y las responsabilidades que la vida plantea. Por el contrario, los que tienen una autoestima baja suelen autolimitarse y fracasar.

El autoconcepto o la imagen personal consiste en poder describir aquellas características que nos definen, quienes somos en distintas áreas: aspecto físico, rasgos de carácter, cómo nos relacionamos con los demás, como nos ven los otros, nuestro funcionamiento académico o laboral y el área afectivo-sexual.

La autoestima tendría que ver con la valoración (positiva o negativa) que hacemos de dichas características. Ser muy ordenado, gracioso, tímido puede ser una virtud o un defecto; todo depende de la connotación que le demos.

Todos podríamos ser más listos, más guapos y más simpáticos, pero se ha demostrado que la autoestima no depende de lo que tienes, de lo que sabes o de lo que eres. Depende de cómo te aceptas.

Tener una autoestima sólida no implica ser prepotente ni narciso, sino ser capaz de aceptar nuestras fortalezas y debilidades para reconocer nuestro propio valor.

¿Cómo se forma la autoestima?


El concepto de uno mismo va desarrollándose poco a poco a lo largo de la vida, cada etapa aporta en mayor o menor grado, experiencias y sentimientos, que darán como resultado una sensación general de capacidad y valía.

El bebé, además de necesidades fisiológicas como alimentación, higiene o sueño, tiene otras igual de importantes como la necesidad de sentirse protegido, de explorar el entorno y de establecer vínculos afectivos.

Los lazos emocionales son una necesidad que forma parte del proyecto de desarrollo de un niño recién nacido. Un niño que no ha sido cuidado, atendido y amado lo suficiente tiene más posibilidades de tener una autoestima baja, graves problemas para relacionarse de adulto y síntomas emocionales como depresión, ansiedad, timidez, miedos y necesidad de aprobación.

El apego significa un vínculo afectivo o enlace entre un individuo y una figura de apego (por lo general el padre o madre) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad.

Esa relación entre padres e hijos, ese vínculo que debe crearse debe ser fuerte y sólido para que el niño mantenga una autoestima elevada y pueda afrontar las vicisitudes de la vida con seguridad y confianza.

Los bebés vinculados a su madre se sienten protegidos, desarrollan una especie de confianza en los demás que les funciona, y eso hace que más tarde sean socialmente más competentes. Si tienen problemas piden ayuda, y la consiguen.

“Una de las cosas más importantes que un padre puede hacer por su hijo es velar por que su autoestima sea lo mayor posible”

Un niño con un buen vínculo con un adulto sabe y siente que es importante para esa persona. Este sentimiento en el hijo, el sentirse importante y tenido en cuenta, es la base de una buena autoestima y de la seguridad en sí mismo, con las que funcionará el resto de su vida.

Un vínculo estrecho hace que el niño se sienta bien consigo mismo y se sienta querido, simplemente, por existir y por ser quien es. Esta autoestima es sana y más sólida que aquella que se fundamenta, como sucede en demasiadas ocasiones, en las cosas que uno hace bien o mal.

Mucha gente cree que el único camino para hacer que un niño tenga una autoestima alta es reforzar sus conductas positivas y alabar aquello que hace bien para que se sienta bien consigo mismo.

Es cierto que esto puede ayudar a un niño a mejorar la percepción que tiene de sí mismo, pero es un camino demasiado endeble, ya que en el momento que emprenda caminos más dificultosos cuyo resultado no sea el esperado, él mismo se sentirá defraudado y sentirá que puede empezar a perder el amor de quienes le amaban cuando hacía las cosas bien.

Por esta razón lo importante es tener un vínculo estrecho, sano y fuerte en el que el niño pueda acertar, equivocarse, portarse bien y portarse mal y no se sienta menos querido por ello. El amor no tiene que ver con lo que nos gusta o no nos gusta de nuestros hijos y por eso cuando hacen algo mal debe quedar claro que “te quiero mucho, hijo mío, pero esto que has hecho no me gusta”.

“Te quiero por ser quien eres, no por lo que haces”

Durante la adolescencia, una de las fases más críticas en el desarrollo de la imagen personal, el joven necesita forjarse una identidad firme y conocer a fondo sus posibilidades como individuo; también precisa apoyo social por parte de otros cuyos valores coincidan con los propios, así como hacerse valioso para avanzar con confianza hacia el futuro. Es la época en la que la persona pasa de la dependencia de las personas a las que ama (la familia) a la independencia, a confiar en sus propios recursos. Si durante la infancia ha desarrollado una sólida seguridad en si mismo, le será relativamente fácil superar la crisis y alcanzar la madurez.

Conductas de oposicionismo y de rebeldía forman parte proceso de individualización, que van a la par de la necesidad de pertenencia al grupo de iguales, sentirse parte e importante para ellos.

Para asegurar un desarrollo psicológico armonioso con alta autoestima, los padres deben fomentar la autonomía de sus hijos, alentarlos en sus iniciativas individuales, minimizando los errores que podrán ser señalados como experiencia de aprendizaje.

Estilos educativos: la función de los padres


Ser padre no es nada fácil. Algunos psicólogos diferencian entre paternidad y parentalidad. Tener un vínculo biológico, engendrar, donar los genes, no significa ser padre.

Cuando hablamos de función paterna, hablamos de aquel que cuida y educa al niño.

La importancia del papel del padre en el desarrollo y estructuración del psiquismo infantil es fundamental como refuerzo y ayuda al rol materno y las dificultades que derivan de la crianza.

Encontrar el equilibrio entre dar amor y poner límites es una tarea complicada para la mayoría de los padres.

Como hemos hablado anteriormente, un bebé para ser un futuro adulto sano emocionalmente y con seguridad en sí mismo ha de pasar por una etapa de narcisismo y cuidados incondicionales. Hace no muchos años, pediatras y psicólogos infantiles hablaban de frustar al niño desde su nacimiento. “Hay que dejarlos llorar” “sólo quieren llamar la atención” “Se vuelven muy caprichosos” Estas afirmaciones serían impensables hoy en día ya que sabemos que hay una etapa en el desarrollo del bebé en el que hay que estar a demanda para lo que necesite.

Entender la autoestima

Cuando el niño va creciendo es necesario pasar de esta etapa de “darlo todo” a dar parcialmente. A partir de los tres años el niño ha de aprender a demorar la satisfacción de sus necesidades y a darse cuenta de que existen otros además de él.

Papá y mamá se van de cena, trabajan, atienden a otro hermanito, están cansados, etc, el niño va descubriendo que el mundo no es tan ideal como pensaba pero esto es necesario en la estructuración de su psiquismo.

Ser democrático, es decir, conseguir un equilibrio entre dar afecto y frustrar, sería el estilo educativo óptimo.

Características de personas con buena autoestima


  • No pierden el tiempo preocupándose en exceso por lo que le haya ocurrido en el pasado ni por lo que le pueda ocurrir en el futuro. Aprenden del pasado y proyecta para el futuro, pero viven con intensidad el presente.
  • Confían plenamente en su capacidad para resolver sus propios problemas, sin dejarse acobardar fácilmente por fracasos y dificultades.
  • Se valen por sí mismas pero cuando realmente lo necesitan, está dispuesta a pedir la ayuda de otros.
  • Saben qué cosas pueden hacer bien y qué pueden mejorar.
  • Se sienten bien consigo mismas.
  • Expresan su opinión ante los demás.
  • No temen hablar con otras personas.
  • Saben identificar y expresar sus emociones a otras personas.
  • Participan en las actividades que se desarrollan en su entorno, centro de estudio, de trabajo…
  • Les gustan los retos y no les temen.
  • Se valen por sí mismas ante las situaciones que se les presentan, implica dar y pedir apoyo.
  • Se interesan por los otros con sentido de ayuda y están dispuestos a colaborar con las demás personas, sin críticas negativas.
  • Son creativas y originales, inventan cosas, se interesan por realizar tareas desconocidas, aprenden actividades nuevas, se implican en ello.
  • Luchan por alcanzar lo que quieren.
  • Disfrutan de las cosas divertidas de la vida, tanto de la propia como de la de los demás. Se alegran de que a los demás les vaya bien.
  • Comparten con otras personas sus sentimientos.
  • Se aventuran en nuevos objetivos.
  • Preguntan cuando no saben algo, no tienen miedo a preguntar.
  • Defienden su posición ante los demás, de forma asertiva.
  • Reconocen sus errores cuando se equivocan.
  • Conocen sus cualidades y tratan de sobreponerse a sus defectos.
  • Son responsables de sus actos.

Claves para mejorar tu autoestima


En la mayoría de artículos que leas sobre autoestima hay un apartado sobre “cómo aumentarla”. Existen numerosos libros de autoayuda que te dan consejos para ganar seguridad en ti mismo y da la sensación que es asombrosamente fácil.

Si has leído este blog, podrás ser consciente que es difícil mejorar tu autoestima en dos pinceladas. Como psicólogas sabemos que el autoconcepto se trabaja y mejora; no se nace con él. Pero engañaríamos si os diéramos unos tips rápidos para quererte más.

¿Te sientes identificado en alguna de estas afirmaciones?

  • Te sientes inferior a los demás
  • Te desmotivas con facilidad y no terminas lo que empiezas
  • Evitas cualquier situación en la que puedas fracasar
  • Te sigues culpando de tus errores del pasado
  • No crees que haya nada especial en ti
  • No te sientes atractivo
  • Evitas relacionarte con los demás
  • No expresas tus ideas u opiniones
  • Habitualmente sientes ansiedad y una profunda tristeza
  • Eres muy perfeccionista y no valoras lo que consigues
  • Te cuesta mucho tomar decisiones
  • Te corroe la envidia cuando los demás consiguen algo

“Sin autoestima, nuestros temores nos encierran en la zona de seguridad (nada confortable), nos castigan y nos impiden luchar por lo que realmente queremos.”

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