Siempre que se habla sobre bullying o cyberbullying hay alguien que hace una aportación de este estilo: “eso ha ocurrido de toda la vida en las escuelas y nunca se le ha dado tanta importancia. No son más que las collejas de toda la vida sacadas de contexto”. Tenemos que tener muy claro que el cyberbullying no es una moda.
Vamos a profudizar en este término empezando por su definición, aportando datos de prevalencia y terminaremos con el impacto en el desarrollo de quienes lo sufren.
El cyberbullying comparte los tres rasgos característicos del bullying tradicional: se trata de conductas agresivas intencionadas, repetidas y fundamentadas en una relacion asimétrica de control y poder-sumisión del otro.
El desequilibrio de poder se basa en el carácter público del cyberbullying, las agresiones tienen un mayor alcance al trascender a una mayor audiencia virtual.
Un único acto, como la publicación de una foto comprometida (ya sea real o un montaje) en una red social, puede llevar a una difusión inmediata cuyo alcance es incontrolable. Esto coloca a la víctima en una situación de indefensión e intimidación.
A diferencia del bullying, que se concentra en el colegio o instituto, el cyberbullying puede continuar durante las 24 horas del día, todos los días de la semana.
La víctima no tiene posibilidad de escapar de la situación de intimidación. A esto hemos de sumarle que el agresor puede permanecer en el anonimato utilizando pseudónimos y, de esta forma, evita verse involucrado.
Por último destacar que el contenido del acoso electrónico puede ser imperecedero o muy difícil de eliminar, lo que sitúa a la víctima en mayor situación de vulnerabilidad.
Existe una gran diversidad de comportamientos que pueden formar parte del acoso electrónico. Se ha realizado una clasificación para englobar estos comportamientos:
Tipos de cyberbullying
- Exclusión social: no dejar participar a la víctima de una red social específica.
- Denigración: difundir rumores o información falsa.
- Hostigamiento: enviar y difundir mensajes ofensivos.
- Suplantación de la identidad: enviar mensajes maliciosos en chats o por redes sociales haciéndose pasar por la víctima.
- Violación de la intimidad: difundir secretos o imágenes privadas de la víctima.
- Persecución: enviar mensajes amenazantes.
- Happy slapping: agredir físicamente a la víctima con el fin de grabar y difundir la agresión.
Estas formas de acoso varían con la rápida evolución de las TIC (tecnologías de la información y de la comunicación) y también entre distintas culturas.
Prevalencia del cyberbullying
Los estudios han puesto de manifiesta el rápido incremento de esta forma de acoso entre los adolescentes. Es destacable que los índices de prevalencia son superiores al bullying tradicional.
El índice de acoso aumenta durante los primeros cursos de educación secundaria y disminuye durante los últimos cursos de esta etapa educativa.
En cuanto a las diferencias de género, los estudios coinciden que en las chicas son más acosadas que los chicos. Lo que contrasta con los resultados de bullying tradicional, donde se da un mayor porcentaje de chicos tanto en el rol de víctima como de agresor.
Consecuencias del cyberbullying
Las víctimas de cyberbullying suelen tener fuertes sentimientos de ansiedad, depresión, indefensión, tristeza, baja autoestima y problemas de confianza en sí mismas.
Presentan un pobre ajuste psicosocial, bajo rendimiento académico, dificultades de concentración y absentismo escolar. Muestran mayores niveles de estrés, miedo e ideación suicida.
En resumen, al igual que con el bullying tradicional, se producen efectos significativos a nivel emocional, psicosocial y académico.
Los agresores tienen mayor probabilidad de desconexión moral y falta de empatía. Suelen manifestar problemas para acatar normas y presentan conductas agresivas.
Los estudios demuestran que tienen mayor riesgo de consumir drogas, producir conductas delictivas, aislamiento social y dependencia a las tecnologías.
En resumen, el cybebullying tiene consecuencias pernicionas para todos los implicados, independientemente del rol desempeñado, al encontrarse mayor riesgo de sufrir desajustes psicosociales y trastornos psicopatológicos en la adolescencia y vida adulta.
Si eres víctima o testigo de alguno de estos tipos de acoso no te conviertas en cómplice: ¡actúa!
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