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¿Cómo manejar los problemas que surgen en la pareja a la hora de educar?
Cada pareja la forman dos personas que tienen historias, personalidades y maneras de ver el mundo muy diferentes. Las circunstancias que han llevado a conocerse, quererse y elegir compartir la vida se ponen a prueba cuando se decide formar una familia y ocuparse del desarrollo y la educación de los hijos.
Algunos, desgraciadamente los menos, hablan sobre la decisión de trascendencia vital de emprender este proyecto: intercambian opiniones sobre del tipo de educación que quieren para sus hijos, sobre las actividades extraescolares, lo que esperan de un/a niñero/a y un largo etc. A sabiendas de que muchas cosas, la gran mayoría, no se pueden planificar hay una gran multitud de aspectos que se dejan para valorarlos sobre la marcha.
La realidad es que no tenemos ni idea de lo que significa tener un hijo antes de tenerlo y que el aterrizaje de la pareja en la mater-paternidad es poco predecible.
Nos encontramos con que nuestra pareja, con la que hasta ahora todo parecía fluir, no está de acuerdo en muchas de las cosas que atañen a la educación más cotidiana. Sí, sabemos el colegio al que queremos llevar a nuestro hijo/a, pero no coincidimos en si dejarle llorar o acudir a demanda del bebé, por ejemplo. Estos desencuentros generan distancia afectiva, soledad y mucha frustración.
Las diferencias a la hora de educar son uno de los desafíos más difíciles de gestionar como pareja pero también una enorme oportunidad de crecimiento y aprendizaje si se gestionan desde la empatía.
Educar en pareja
Como no podemos cambiar la biografía de cada uno, ni tampoco cómo fuimos criados, hemos de tratar de construir teniendo presente lo que nos estamos jugando. Hemos de potenciar nuestras habilidades para negociar, entender que los dos estamos aprendiendo, que educar a un hijo/a es la tarea más difícil a la que nos vamos a enfrentar en nuestra vida y que los procesos de aprendizaje y toma de conciencia de cada persona tienen una velocidad diferente.
Es fundamental ver al otro como un compañero, un apoyo, un cómplice y jamás como un enemigo. Partimos de dos ideas básicas que jamás debemos olvidar:
Ambos padres amáis a vuestros hijos por encima de todo y queréis lo mejor para ellos.
No olvides que tú elegiste a tu pareja, que la consideras honesta y con capacidad para aprender.
Partiendo de estas bases vamos a aportar algunas sugerencias para mejorar la cotidiana tarea de educar y evitar así problemas de pareja.
Para evitar los problemas de pareja sobre la educación de los hijos
- No corrijas ni des charlas magistrales sobre como deben hacerse las cosas, ni delante de los hijos ni detrás. No hay verdades absolutas, ni porque te hayan educado así ni porque lo hayas leído en algún libro.
- Maneja tus expectativas y olvida la perfección. No existe y menos aún a la hora de educar. La idea es hacer las cosas de la mejor manera posible, revisarlas y tratar de hacerlas mejor mañana.
- No tomes decisiones sobre la marcha. Incluye siempre al otro en las decisiones. Lo inteligente es alcanzar acuerdos y poner el foco en lo que nos une, no en lo que nos separa.
- Confía en tu pareja. Hay muchas y diferentes maneras de educar y, salvo aquellas que incluyen maltrato físico o psíquico, la psicología no ha descrito ningún estilo de crianza que sea directamente perjudicial. Por suerte, no existe el determinismo, solo la influencia.
- Todos tenemos limitaciones. Hablarlas en pareja ayuda a saber en qué momento debe intervenir cada uno. Del mismo modo que hablar de los límites de cada uno deja claro las acciones intolerables para el otro.
- Aprende a delegar. No trates de hacerlo o controlarlo todo. Asume que el otro es igual de capaz que tú de hacer las cosas que tienen que ver con los hijos.
- Tratar de hacerlo todo solo te llevará a quemarte pronto y culpar al otro por falta de interés o ayuda. Una buena organización de calendarios y tareas es fundamental.
- Educa desde la perspectiva de que mamá y papá son distintos y hacen algunas cosas de forma diferente. Tratemos de destacar lo positivo del otro y no enfatizar sus errores. Cada uno debe asumir y hablar de sus fallos. No olvidemos que la prioridad es el niño/a, no nosotros. Debemos hacer todo lo posible para que crezca con la mejor versión de sus padres aún conociendo sus limitaciones.
- Evitad la polarización, los roles establecidos del bueno y el malo. Los hijos os tienen que ver como un equipo, no como posibilidades individuales de conseguir algo.
- Es muy importante hablar de la educación y de las diferencias que surgen en el día a día, de forma serena, y no como consecuencia de una bronca o desencuentro. No olvidemos que no se trata de tener razón ni de ser el que tiene la verdad sobre lo mejor para nuestros hijos. Se trata de poner el amor y el bienestar de la familia por encima de nuestras biografías o de nuestras diferencias con la pareja.
Se trata de ponerse en el lugar de los hijos y no olvidar que nos están mirando. Su mundo empieza a formarse a través de nuestros ojos. Aprenderán a relacionarse según nos relacionemos entre nosotros y con ellos, aprenderán a respetar si viven con respeto y aprenderán a manejar las diferencias según seamos capaces nosotros de soportarlas en el otro.
Educar a los hijos es un auténtico reto que muchas veces pone en jaque la estabilidad de la pareja.
No olvides que si la situación te supera, se pierden los principios básicos y estamos lejos de poder aplicar estos consejos las consecuencias son a nivel familiar, de pareja y personales.
No esperes para consultar, poner remedio y reconducir la situación.
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