Las relaciones interpersonales, y en concreto las de pareja, están cargadas de gran complejidad.
Funcionar bien en pareja no implica no tener discusiones sino encontrar una forma adecuada de resolver conflictos y basar la relación en una comunicación sincera.
Muchas parejas se quieren y desean estar juntas pero consideran que el amor ideal es aquel donde el otro sabe lo que tú necesitas sin tener que pedirlo y donde el orden de prioridades es el mismo. Esto es un mito: una relación consiste en dos personas que portan una historia de vida, personalidad y valores que tienen que acoplarse con la de otra bien distinta: descifrar lo que uno desea y necesita es un gran problema.
Acepta a tu compañero/a, no intentes cambiarlo a tu imagen y semejanza: Tu verdad no es la verdad. Negocia lo que para tí es importante; cede en algunas facetas pero posiciónate firme en otras (ambos habéis de sentir que dais y recibís, sino la relación acabará en un desenlace fatídico). Acepta la frustración.
Sales de tu familia de origen para crear un nuevo sistema relacional. Habrá cosas que no te gusten pero has de aceptarlas para una convivencia saludable. El amor es el equilibrio entre frustración y deseo.
El verdadero amor tiene los siguientes ingredientes:
1. Elige el momento adecuado y no discutas más de un problema a la vez
Es muy importante hablar cuando las emociones ya no están a flor de piel. Si ha habido una discusión y uno o los dos miembros de la pareja están muy enfadados, no es el momento adecuado para intentar resolver el tema.
Espera a que haya pasado un tiempo y no eches en cara cosas que te han molestado de otras ocasiones; hablar sólo del tema que os ocupa de manera concreta.
2. Explica tus necesidades y cómo te sientes
No esperes a que el otro adivine: es muy común pensar que “Si me quisiera de verdad, sabría lo que me pasa” “Se pondría en mi lugar”. Las relaciones implican gran subjetividad y descifrar lo que el otro ha sentido no es fácil. Es un error pensar que si tu pareja te quiere de verdad entenderá lo que te molesta.
3. Concreta el cambio que propones de manera clara y concisa
Centrarse en la solución y no volver al planteamiento una y otra vez. Las soluciones han de focalizarse en definir cambios en las conductas de ambos y no solamente en la del que causa el problema. El cambio de uno ha de conllevar consecuencias positivas para él, lo que implica un cambio en el otro.
4. No generalices ni etiquetes
Desecha frases como “Tú siempre…” o “Tú nunca”. Al generalizar, atacas y agrandas el problema. Aísla la situación para que la otra persona pueda entender rápidamente qué es lo que te sentó mal.
5. No entres en una lucha por saber quién tiene la razón
Acepta que cualquier conflicto es un problema mutuo que afecta a las dos partes y en el que las dos partes tienen algo que decir. Si se va con la idea de que el otro tiene que hacer un cambio y uno solamente presionar para que se haga, el fracaso es muy probable.
La colaboración es la esencia de la resolución de problemas. Cuando piensas en lo que pasó, intenta salir de la situación evaluando todas las aristas del problema para descubrir qué fue lo que realmente pasó, en lugar de esmerarte en buscar argumentos para demostrar que sólo tú tienes la razón. Tu relación no es una competencia.
6. Cuando te enfadas de manera exagerada, párate y reflexiona
Piensa si el motivo del enfado es en realidad el objeto de la discusión que se está manteniendo u otra razón más profunda o quizá un problema muy concreto que aún no se ha resuelto y se está desplazando a este hecho puntual.
En otros casos, ni siquiera tu pareja tendrá la culpa de tu enfado, sino que este puede haberse ocasionado en otro ámbito (trabajo, familia) y es ella/él quien está pagando los platos. No amenazar constantemente al otro con dejar la relación.
7. Mantén las demostraciones de amor
Es habitual en las parejas enfadarse por un hecho concreto y dejar que arrase con todo. Es importante acotar lo que nos ha molestado o el objeto de la discusión y seguir pudiendo tener momentos de cariño o de interaccion.
Por ejemplo, si me ha molestado que no ponga la lavadora, me puedo enfadar en ese momento, expresárselo de manera asertiva pero no estar en silencio toda la noche o ya no querer cenar juntos por el motivo anterior.
8. Pide perdón y reconoce si has cometido un error
Hacer autocrítica y reconocer haber dicho cosas feas o haber perdido los papeles no es de sumisos, es de personas maduras. Hay muchas personas que tienen la creencia errónea que pedir perdón después de una discusión implica someterse y darle al otro poder.
Cuando la relación empieza a deteriorarse y se piensa seriamente que no se aguanta más y no se ve salida, es el momento de plantearse la posibilidad de que alguien ajeno y profesional pueda echar una mano.
La terapia de pareja es cosa de dos y normalmente es uno el que da la voz da alarma y el otro, al menos, tiene que estar dispuesto a colaborar. El principal fallo de la terapia de pareja es que se acude al profesional cuando ya no hay solución.
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