En el artículo ¿Qué es un delirio? explicamos las características de este síntoma, los tipos que existen y en los principales trastornos en los que se suele dar.
Al ser un síntoma muy vistoso ha sido muy representado en cine, teatro o como ejemplo de «locura». Tener pensamientos e ideas extrañas se presta a ser mitificado o caricaturizado pero debemos recordar que se trata de una ruptura en la psique del sujeto y que toda rotura deja cicatrices.
Un persona que sufre un delirio necesita que sepamos cómo actuar y que tengamos pautas precisas para manejar la situación. Además, para recibir el correcto tratamiento es fundamental distinguir el delirio de otros términos con los que suele confundirse.
Delirio vs. Delirium
El delirium supone un trastorno cognitivo agudo en el que existe un deterioro global de las funciones superiores y un significativo descenso del nivel de consciencia. Produce desorientación, desestructuración de la percepción, del estado de ánimo y del pensamiento.
Difiere del delirio en que este no produce desorientación ni deterioro del nivel de consciencia. Las causas suelen ser médicas o tóxicas, puede darse por el consumo de ciertos fármacos o drogas, por enfermedades neurológicas degenerativas, incluso por insuficiencia cardiaca o anemias agudas.
Tiene un comienzo abrupto y su curso es fluctuante, al contrario del que el delirio que se inicia de forma paulatina y tiene un curso constante.
Cuando el delirium tiene una causa reversible, como por ejemplo en el caso de consumo de drogas, desaparece en cuanto cesa el consumo.
Delirio vs. alucinación
La alucinación es una experiencia sensorial organizada que es producto de la mente de la persona, no existe en el mundo externo.
Por ser sensorial hay cinco modalidades: aluinaciones visuales, auditivas, olfativas y táctiles. Las más frecuentes son las auditivas seguidas de las visuales.
Las diferencias que existen entre delirio y alucinación son evidentes: la alucinación es un producto absoluto de la mente que tiene que ver con los sistemas sensoriales, no requiere de productos externos que distorsiona sino que se percibe algo que no existe independientemente de los estímulos externos.
En cambio un delirio se produce siempre distorsionando la realidad externa. Es un pensamiento erróneo sobre un objeto o hecho que existe.
Cuando estos dos síntomas se producen a la vez, como en un brote psicótico o en trastornos como la esquizofrenia, la situación se complejiza y agrava considerablemente.
¿Qué debe hacer la familia ante un delirio?
Como hemos explicado, un delirio no es reductible a la razón, no se puede refutar y no se gana nada tratando de convencer a la persona de que se equivoca, de hecho, es contraproducente.
La persona que sufre el delirio está sometida a mucha presión, su mente hace un sobreesfuerzo por negar todas las pruebas que refutan sus pensamientos delirantes.
Sugerir que la persona está perdiendo la razón o que lo que dice no tiene sentido supondrá que facilmente se pase a formar parte del mismo: serás otra persona que le persigue, ama o engaña.
Es fundamental, por lo tanto, mantener la calma, no entrar en disputas e intentar llevar a la persona a urgencias lo antes posible. Si la situación se descontrola, la persona no quiere colaborar, nos acusa de confabular, de querer hacerle daño o se pone especialmente nerviosa, es muy recomendable llamar a una ambulancia que se haga cargo.
La persona que delira debe recibir tratamiento de inmediato.
Si ya disponemos de un tratamiento
En caso de que no sea la primera vez que esto ocurre y la persona ya disponga de un tratamiento hemos de comprobar si ha dejado de tomarlo (lo cual es muy frecuente, en cuanto se sienten algo mejor optan por dejar la medicación porque «ya no lo necesitan») y, en ese caso, tratar de convencerle de que lo reanude lo antes posible.
Frecuentemente los tratamientos, además de antipsicóticos, tienen algún tipo de ansiolítico que calmará a la persona y ayudará a reducir la intensidad de la situación.
Si la persona se termina tranquilizando, hay que pedir cita con el profesional correspondiente que le lleve (idealmente un psiquiatra) e informar a su psicólogo del suceso lo antes posible.
Si es la primera vez que esto ocurre
Lo primero mantén la calma y asegúrate de la que la persona no puede hacerse daño a sí misma ni a los demás. No te contagies de su nerviosismo o sus prisas para hacer cosas.
Si quiere hacer algo descabellado no se lo prohibas, ni lo discutas, trata de posponerlo. Busca la manera de convencer a la persona para ir a algún sitio y llévala a urgencias. Si no tienes opción de hacerlo por tus propios medios o no encuentras la manera de convencerla, llama directamente a una ambulancia.
No olvides que, una vez que una persona empieza a delirar, no se le va a pasar solo con el paso del tiempo.
Esperar a que se pase no ayuda en nada. Hace falta un diagnóstico y un tratamiento adecuado de inmediato.
Una vez controlado el delirio
No olvidemos que cuando se produce un delirio recibiremos un diagnóstico en salud mental que tambalea nuestro sentimiento más profundo de autoreconocimiento y, en el caso de los familiares, de reconocer a nuestro ser querido.
¿Quién soy ahora?, ¿por qué me ha pasado esto a mi?, ¿cómo es posible que ya no tenga control y conciencia segura de mí mismo?. De pronto, las certezas que tengo sobre mí mismo y mi realidad se tambalean.
Inevitablemente se producirá un importante cambio personal y familiar. La persona e idealmente los familiares más cercanos deberán pasar por un proceso de atención e información psicológica.
Poder comprender e integrar este suceso, así como los cambios que derivan de él repercutirá directamente en el tiempo que se tardará en recuperar el bienestar anterior al delirio.
EnMente Psicólogos somos expertos en gestionar estas situaciones, aportar información de calidad psicológica a la familia y acompañar a la persona en el proceso de recuperar su calidad de vida.
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